UNIFORME

 Llegué a la estación de enfermeras y vi a alguien de pie cerca de un gabinete de medicamentos. No hizo el más mínimo esfuerzo por voltear a verme. De inmediato sentí un poco de miedo ya que hasta ese momento no me había percatado que no sabía ni a donde ni con quien dirigirme. La enfermera de enfrente golpeó una jeringa con su mano izquierda y por fin me vio mientras se agachaba a levantarla. 

—Oh discúlpame, soy una despistada como ya te disté cuenta, tú debes ser Regina, Regina Esparza, ¿no es cierto? Eres idéntica a tu madre. 

Sabía que me esperaba una reputación precedida por mi madre, había sido muy difícil deshacerme de la maldición que me había dejado en casa, como para ahora venir a toparme con la que me dejó aquí. Sé que traigo cargando mil cosas que ella dejó pendientes, sé que todos quieren saber qué fue lo que le pasó, sé que todos la extrañan, pero también sé que era la mejor enfermera de la región, o eso decían todos. Yo no quería ser enfermera, pero aquí estoy, tratando de llenar un uniforme que, aunque me queda, lo siento grande. 

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