PACIENTES

En la camilla estaba una señora de edad avanzada completamente dormida conectada a tres mangueras. La primera iba desde su antebrazo hasta un tubo de donde colgaba suero intravenoso. La segunda manguera sala de su boca e iba justo hacia un respirador. Y la tercera estaba drenando su esfínter en una bolsa colgada al lado de la cama. A un lado de su cabeza había otra cabeza recargada en brazos que se levantó al primer ruido que hicimos. 

—Bueno, ya era hora ¿no? Tiene cinco minutos que se quedó dormida, pero estoy segura que la morfina se terminó hace horas. No deja de moverse.

—Señora, ya le he comentado que esos son movimientos involuntarios, su madre está en coma y no tiene dolor. No voy a ponerle morfina como usted dice siempre. Es solo comida. La estamos alimentando. 

La señora bajo la cabeza y volvió a la posición que tenía antes. Caty coloco una nueva bolsa de suero, reviso y apunto los datos que arrojaba el pequeño aparato junto a la camilla y se acercó a donde iniciaba la cortina.

—Su madre no va a despertar, Sra. Delfina. Le hemos dicho que esto de quedarse por las noches o incluso durante el día no es necesario. Considere volver a casa a descansar. 

La Sra. delfina ni siquiera levantó la cara. Yo sabía que con todos los hijos que tenía esa Sra. ella descansaba más en el hospital pretendiendo que cuidaba a su mamá.

Creo que no me vio, o hubiese hecho algún esfuerzo por saludarme si quiera. Vivíamos muy cerca y sé que tenía ya buen tiempo sin dejar el hospital.  

Pasamos al siguiente cubículo que era un poco más grande que el de la sra Delfina. Aquí había un hombre maduro sin una pierna. Alguien lo tomaba de la mano. 

—Hola Sr. Antonio. ¿cómo se encuentra el día de hoy? El vendaje se ve normal y las enfermeras comentan que la herida está limpia. 

—Sí, sólo persiste esa sensación de que aun la tengo conmigo.

—Es completamente normal, va a pasar en algunos meses. La buena noticia es que va a poder ir a casa mañana. 

—¿Mañana?, pero si no he comprado sus muletas, ¿qué hay de la rehabilitación que dijeron que le darían aquí? Preguntó la que parecía ser su esposa.

—Si bueno todo eso se los explicaran por la mañana, por el momento la infección que presentaba el sr a raíz de la gangrena de la pierna está contenida y podemos seguir todo el tratamiento en casa. 

Salimos dejando desconcertados al sr Antonio y a su esposa. Creo que toda esa charla se pudo haber llevado a cabo en la mañana. Pero a las enfermeras nos gusta dar buenas noticias. Y esas no tienen hora de ser.

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